El pasado 5 de septiembre, Mozilla anunció que Firefox 144 será la última versión con soporte para Linux de 32 bits, programada para lanzarse el 14 de octubre de 2025. Con este movimiento, la fundación se suma a una tendencia global en la industria: retirar progresivamente el soporte a arquitecturas de 32 bits en favor de los 64 bits.
¿Por qué se abandona el soporte a 32 bits?
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Limitaciones técnicas: los sistemas de 32 bits solo pueden direccionar hasta 4 GB de memoria, un límite cada vez más restrictivo para navegadores y aplicaciones modernas que manejan procesos complejos, como IA, gráficos avanzados o navegación con múltiples pestañas.
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Mayor costo de mantenimiento: los desarrolladores deben compilar, probar y distribuir versiones paralelas (32 y 64 bits). Esto duplica esfuerzo de QA y parches de seguridad, sin un beneficio proporcional ya que la base de usuarios en 32 bits es mínima.
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Ecosistema en retroceso: sistemas operativos modernos como Windows 11 ya no tienen versiones de 32 bits, y en Linux las distribuciones más populares (Ubuntu, Fedora, openSUSE) también están eliminando sus compilaciones x86 de 32 bits.
¿Qué implica mantener soporte en 32 bits?
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Consumo de recursos de desarrollo: cada actualización de seguridad debe adaptarse a un entorno menos usado.
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Mayor superficie de errores: las compilaciones de 32 bits suelen recibir menos pruebas reales, lo que puede traducirse en bugs y vulnerabilidades no detectadas.
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Freno a nuevas funciones: optimizaciones de rendimiento y seguridad modernas suelen diseñarse pensando en 64 bits, limitando la innovación.
El caso particular de WINE
En ambientes Linux, WINE (la capa de compatibilidad para ejecutar aplicaciones Windows) presenta un fenómeno interesante:
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Las aplicaciones de 32 bits suelen correr más estables que las de 64 bits. Esto se debe a que el ecosistema de WINE se construyó históricamente en torno a programas antiguos de Windows, la mayoría de ellos de 32 bits. Su implementación de APIs Win32 está más madura y probada que la de Win64.
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Si los navegadores y aplicaciones modernas dejan de distribuir versiones de 32 bits, WINE perdería parte de esa ventaja: los usuarios ya no podrían descargar ejecutables de 32 bits oficiales, forzándolos a usar versiones de 64 bits que aún son más inestables en algunos casos.
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A largo plazo, la falta de nuevos binarios de 32 bits empujará a los desarrolladores de WINE a mejorar la compatibilidad Win64 para no dejar desatendidos a usuarios en Linux que dependen de programas antiguos.
¿Qué significa para los usuarios?
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Los equipos más antiguos que solo soportan 32 bits quedarán relegados a usar software sin actualizaciones, con los riesgos de seguridad que esto conlleva.
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En Linux, los entornos que aún mantenían arquitecturas x86 de 32 bits para ejecutar programas con WINE tendrán que migrar a distribuciones de 64 bits y apoyarse en WoW64 (Windows-on-Windows 64), un sistema que permite correr apps de 32 bits en entornos de 64 bits.
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La transición es inevitable: la industria se mueve hacia un futuro exclusivamente de 64 bits, y WINE tendrá que adaptarse para no perder relevancia.

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